lunes, 10 de octubre de 2011

ExpoComic 2011!!!

Bueno aqui tienen una actualizacion bastante tardia acerca de nuestra actividad mediática.

Desde el 30 de Septiembre al 2 de Octubre estuvimos presentes en ExpoComic.  Un evento que si bien parecia quedar en una galaxia muy, muy lejana, nos las arreglamos para cumplir con todas las maratónicas jornadas, atender las inquietudes de los concurrentes, dibujar en vivo y por supuesto darnos el tiempo de conocer y conversar con todos los expositores:  muchas caras conocidas y algunas nuevas tambien!  

Tuvimos la suerte o desfortuna de compartir stand con Bratesko... HA.  Noooo, broma!  Bratesko se las arregló para hacer gratos los pocos momentos en que casi sucumbimos ante el calor y los calambres en las piernas con su psico-arma de humor criollo incorporada geneticamente en su boca.   Y como ya es una tradición en este tipo de eventos, me aseguré de sacarle un exclusivo original de Condorito-Señor-Spock!   We love Bratesko!  

Durante esta convención descubri algo que ciertamente tuvo su peso psicológivo: dibujar frente a la gente no es fácil... menos aun si estas a punto de tomar tu break de almuerzo y aparece frente a ti un crio que con un impertérrito rostro te dice: "quiero un dibujo!"- "...eeeeeh, ok?  que quieres" - "no se!" - "pero que es lo que te gusta?" - "los aliens!" - "cuales aliens? hay muchos" - "no se!" - "..."
Diablos! Ser yo no es fácil a veces! XD

Y como era de esperarse, mi compadre Enzo se las arreglo para convertir un evento donde prima la fantasia, diversión y adultos con mallas de colores en una tesis de sociologia!  Asi es: mantuvo su intelecto ocupado haciendo una encuesta sobre el consumo de comics entre los concurrentes.  Does he knows how to party or what!!!?  XD

La gente se mostro genuinamente interesada en Tricentenario y la inquietud por conocer la fecha de lanzamiento se convirtió en una melodia recurrente. 

En general, fue una gran experiencia que esperamos repetir el 2012!  Agradecimientos a los organizadores y a toda la gente que estuvo presente.

Vida larga y Próspera!!!




Hacer click sobre cada imágen para un zoom:
Enzo Nicolini (guionista) & Claudio Bergamin (Artista)

Nuestro stand junto a Bratesko

 Nuestro stand

 Expo Comic 2011

Bratesko dibujando Mikey Mouse

Black Widow

Super Girl

Claudio Bergamin & Enzo Nicolini

Dibujando Tricentenario en vivo!

Un Vicente Lobos original a pedido de un fanboy!

El equipo de Tricentenario + cantante Paula Barouh.

Starfire!

Tricentenario entre leyendas del comic! (literalmente)

XD
Enzo Nicolini (guionista) & Claudio Bergamin (Artista)

domingo, 3 de julio de 2011

Perfiles de Personajes

Con ustedes, dejamos a los personajes protagónicos de Tricentenario:







Vicente Lobos:
Protagonista de Tricentenario. 37 años. Ex – funcionario de campo de una de las muchas empresas privadas que ganan concesiones monopólicas por sector en el Santiago del 2109 para cumplir funciones policiales, tercerizando de esta forma el estado una de las funciones que más problemas administrativos le traía en el pasado. Hijo de una pareja de profesores municipales, desde pequeño se vio muy expuesto a los libros y la cultura, obteniendo de esta forma un nivel cultural superior al promedio de sus pares. Luego de pasar varios años en esta empresa, y de cumplir una carrera interesante que lo podría haber incluso llevado a cumplir una labor ejecutiva en los años venideros,  decide renunciar sin dar mayores explicaciones. Luego de un tiempo de ejercer como detective privado, Lobos deja Santiago, dejando también con esa acción a su novia desde hace años, Marcela Montero. No existen demasiados antecedentes de Lobos en los años siguientes, aunque diversos testimonios dicen haberlo visto en distintos lugares de Chile y Sudamérica. El comienzo de la historia lo encuentra en Valparaíso, la noche del primero de Enero del 2109, y se puede ver que lleva años desempeñando labores de detective privado. Su actitud es de desconfianza y nihilismo, principalmente a raíz de todo lo que le ha tocado ver en su vida. Sin embargo, mantiene oculto un lado sensible a la injusticia y el sufrimiento humano, que puede salir a la luz en Tricentenario. 








Marcela Montero:
30 años. Secretaria de una repartición del Ministerio de Relaciones Exteriores. Empeñosa alumna, se mudó a Santiago desde Concepción para estudiar y conseguir un trabajo de mejores proyecciones a las disponibles en el sur. Apenas pudo se trajo a su madre enferma a vivir con ella los últimos años de su vida. En el intertanto, mantuvo una larga y apasionada relación con Vicente Lobos. Solía ser una chica risueña e inocente, pero las pruebas de la vida la han endurecido. Sin embargo, en Tricentenario veremos por sus elecciones en qué tipo de persona se ha convertido.






Walberto Cañete:
49 años. Mejor amigo de Lobos desde los tiempos de la fuerza policial privada. Leal con sus compañeros de armas, Cañete nunca ascendió en la compañía más allá del puesto de agente en terreno. A los 45 años, y dado que el físico no lo acompañaba para continuar realizando esas funciones, fue despedido. Con sus ahorros levantó su fuente de sustento y máximo orgullo personal: el local Wal`s, café con piernas al estilo del 2109. Asiduo visitante de fiestas y mujeriego empedernido, Cañete ha tenido problemas en mantener una familia. Abandonado por su esposa e hijos, hoy en día su café es gran parte de su vida, junto con el recuerdo de un pasado emocionante.






El Trampero:
Identificado por algunas empresas policiales como un terrorista peligroso, no es mucho lo que se sabe del antisocial conocido como El Trampero. Como nadie tampoco ha visto su apariencia bajo su máscara, las leyendas sobre su verdadero rostro y aspecto son variadas. Lo poco que se tiene por seguro es que se mueve en los bajos fondos de Santiago y ha sido vinculado a una serie de atentados.
 

lunes, 13 de junio de 2011

El origen de Tricentenario: Reflexiones sobre el género.


 Por Enzo Nicolini

La pregunta obvia que emerge luego de decidir producir una novela gráfica es la siguiente: ¿sobre qué? Y es que es un abanico bastante grande de posibilidades el que se abre ante uno. Pero había una cosa que dábamos por sentado: queríamos material de género. Y no es que no podamos disfrutar de una buena historia “de autor” con estructura no convencional, sino que simplemente se da que disfrutamos especialmente los géneros, con sus códigos y convenciones, y la habilidad de un buen equipo creativo para darles giros que los sigan haciendo interesantes, a pesar de que las reglas básicas estén definidas. 


Existe un género en el medio del cómic norteamericano que domina sin contrapesos. De hecho, muchos culpan de esto a la cada vez más baja penetración del medio en los mercados masivos: los superhéroes. Por ende, la tentación obvia para muchos sería hacer versiones locales de superhéroes. Nuestra opinión personal es que esto no funciona, por varios motivos:


En primer lugar, está el elemento etáreo: Tricentenario fue concebido como un cómic para una audiencia adulta, más cerca de los lectores del sello Vértigo o de los cómics europeos de Jodorowski y Moebius (en intención por lo menos), que de los visitantes habituales de los musculosos en mallas. Ahora, sabido es que el contingente actual de lectores de superhéroes está compuesto por veinteañeros, treintones y cuarentones con alma de adolescentes, más que por niños. Este contingente es al mismo tiempo el lector “duro” de cómics, habituado a las creaciones fantásticas, voladas iconoclastas y mezclas varias de las vertientes creativas del género. Es un grupo leal, pero reducido, no suficiente para hacer que el proyecto flote. Por ende, había que apuntar a un público mayor. Un público que por lo general tendría problemas para aceptar que esta novela gráfica fuera sobre superhéroes en Chile, por lo siguiente:


Los superhéroes son creaciones norteamericanas por naturaleza, “Truth, justice and the american way” es por lo que lucha Superman. Y funciona. El norteamericano promedio piensa que vive en un país que fue fundado sobre ideas e ideales. Su posición de potencia dominante, y el hecho de haber ganado guerras de gran trascendencia para la historia de la humanidad los han hecho generar una visión mesiánica de sí mismos. Los superhéroes, que luchan por ideales de justicia y libertad sólo porque es lo correcto, son una prolongación fantástica de esa imaginería. En otras palabras, el gringo se lo cree. El chileno, por otro lado, tiene una actitud nihilista con respecto a muchas cosas, producto de aún ser un país subdesarrollado y con grandes carencias, de la falta de triunfos deportivos, etc. En otras palabras, no se lo cree.


Agreguémosle ahora el ángulo estético: los superhéroes están ambientados en ciudades que parecen (o en casos como los de los personajes Marvel derechamente son) Nueva York, la ciudad de los rascacielos y anuncios luminosos por excelencia. De más está decir que en Chile no tenemos nada de eso. Con suerte, un pequeño sector de edificios de oficinas en Santiago, hoy conocido como “el Sanhattan”, que por lo demás no es representativo ni siquiera de la vida de un habitante promedio de la capital. Mucho menos, de regiones.


Los trajes de los superhéroes son coloridos, ya que están basados en los colores de los trajes de los personajes de circo (el forzudo, el trapecista, el payaso, etc). Esta elección se dio principalmente porque las primitivas tecnologías de impresión de la época en que se crearon, por allá por la década de los treinta, permitían sólo imprimir a cuatro colores. Por ende, los matices estaban fuera de cualquier elección. Nuevamente, la barrera que el norteamericano debe saltar para incorporar esto a su inconciente es menor que la del chileno, ya que el primero está acostumbrado a ver vestuarios coloridos y diversos en sus calles, mientras que en Santiago de Chile la uniformidad y la opacidad son casi omnipresentes.


Todo lo anterior ha dado como resultado que la única muestra de un superhéroe local exitosa sea la película Mirageman, en donde el enfoque tenía mucho de parodia, por medio precisamente de enfatizar las diferencias del personaje y su entorno chileno con el entorno natural de un superhéroe norteamericano. Sin embargo, esto parece ser un chiste bastante limitado. Nadie ha hablado, hasta el momento, de hacer Mirageman II.


Dado todo lo anterior, ese no parecía el camino a seguir. Pero sí habíamos notado que una posibilidad cierta era, por ejemplo, una historia del género policial, en particular la llamada “serie negra”. Dentro de la ficción que se publica en el país, este género ocupa un lugar destacado. Lo prueban éxitos masivos como las novelas del detective Heredia, de Ramón Díaz Eterovich, y Cayetano Brulé, de Roberto Ampuero por nombrar dos. Pero cuando pensábamos en serie negra, una pregunta nos disminuía el nivel de adrenalina: ¿Qué podíamos hacer que no se hubiese hecho ya muy bien en novelas? Hacerlo con dibujos, sí, pero ¿era suficiente para mantener el entusiasmo y el interés de hacer algo innovador?


Otros dirían que el género de suspenso era la mejor opción. Ya sea por los diversos y oscuros escenarios urbanos presentes en los rincones más tenebrosos de las ciudades chilenas, o por los particulares personajes que componen la mitología de algunos de nuestros pueblos originarios, este género ofrecía grandes posibilidades para el proyecto. Además, tenía el valor agregado de ofrecer el elemento sobrenatural, importante en un medio donde no existen limitaciones presupuestarias a lo que uno quiere incluir en la historia. El hecho de que durante años se haya hablado en el medio cinematográfico chileno de hacer películas sobre El Caleuche y conceptos similares lo refuerza.


Desde un punto de vista personal, era tal vez la ciencia ficción la el género que siempre nos hubiese gustado atacar. Pero esto presentaba otros problemas. Como mencionamos antes, Chile no es un país percibido como portador de triunfos en el terreno del conocimiento, la ciencia y la tecnología, más allá de los esfuerzos heroicos de algunos próceres, y la ciencia ficción nace de eso, del apetito de los países de aventurarse más allá de los límites de lo desconocido. Sin embargo, con los años la ciencia ficción se ha vuelto más versátil, y nuevas corrientes han ido emergiendo, que tomando como punto de partida la extrapolación del desarrollo científico y tecnológico, han conseguido elaborar mordaces y punzantes críticas sociales al mundo de hoy. Ejemplos hay varios, algunos con pretensiones más elevadas que otras como Bladerunner, pero los ejemplos que se nos vinieron a la mente inmediatamente, ya sea porque cumplían con esta condición, como porque además presentaban una mezcla de violencia, sensualidad y humor negro que nos parecían atractivas para el proyecto eran las  películas de director holandés Paul Verhoeven realizadas en Hollywood como por ejemplo Total Recall y Robocop


Pues bien, con esto parecía que teníamos algo. La crítica social parece funcionar bastante bien en Chile, sobre todo con cierto tipo de audiencias como podrían ser los estudiantes universitarios. Pero estaba incompleto. Por un lado teníamos la sci-fi, y la crítica, pero el escenario desde donde narráramos tenía que ser reconocible para el lector común. Si este mundo sería un Chile totalmente distinto al conocido, el punto de vista que guiara al lector debía ser familiar. Y he ahí donde se nos ocurre la siguiente vuelta de tuerca: ¿por qué no mezclar géneros? No es una idea precisamente original, pero tampoco obvia. El referente reciente más potente lo teníamos con Garth Ennis y Steve Dillon, y su notable serie para el sello Vertigo de DC Comics llamada Preacher: una mezcla entre western moderno, road movie, película de terror serie B, y drama sureño tipo Missisippi Burning, además de otras cosas que podemos estar pasando por alto. Pues bien, tomando todo eso, ¿por qué no volver al comienzo del análisis? ¿Y cuál parece ser el género literario hoy más popular en Chile, para combinarlo con esta sci-fi de sátira criolla? La respuesta era obvia: la serie negra.


Y es así que, sumando todas las piezas, tenemos lo que hoy conocemos como Tricentenario, el cual nos aprestamos a conocer para fines de este año: una mezcla entre novela negra, ciencia ficción de sátira ambientado en un Chile de una fecha altamente simbólica: la celebración de los trescientos años de vida independiente. Una fecha en la que debería haber cambiado mucho del país, y para bien, pero como veremos, los que dicen que en el fondo hay cosas que nunca cambian no andan tan perdidos.

 
 Junto con este artículo,  les presentamos la portada de Tricentenario:




sábado, 5 de febrero de 2011

Entrevista de Mythica Ediciones

Marco Rauch, editor de Mythica, nos propuso interesantes preguntas en la siguiente entrevista.  Aprovechamos la oportunidad para sugerirles que revisen el sitio de esta editiorial chilena de comics;  tiene una propuesta y concepto bastante interesantes.




miércoles, 26 de enero de 2011

Proyecto Ganador del Fondo del Libro

Tricentenario es un proyecto seleccionado por el Fondo del Libro del Gobierno de Chile para convertirse en realidad impresa en 2011.  

 
El concepto
 Tricentenario es una novela gráfica a color de 130 páginas. La historia esta situada en Chile, cien años en el futuro y está narrada bajo los códigos de la novela negra y la corriente satírica de la ciencia-ficción.  Tricentenario ofrece la formulación de una mirada crítica al proceso de cambio que ha sufrido Chile en los últimos años aunque de una forma acorde al salto cronológico de cien años en el futuro, como se presenta en el relato.  Evidencia un cada vez mayor progreso material que no necesariamente se refleja en la adopción de standards de un país desarrollado,  con lo cual se vislumbra una oportunidad de plantear una mirada crítica sobre el tema.

“Tricentenario” surge en primera instancia por la necesidad de llenar un vacío. Si bien en Chile existe material que incluya críticas al sistema social y político, éstas no suelen ser planteadas desde el material de género, el cual se encuentra presente en bajas cantidades en el país. Si este género además resulta ser ciencia ficción, la lista se estrecha aún más, y si agregamos el hecho de que el formato planteado para esto es el de la novela gráfica para adultos jóvenes, la lista de ejemplos comparables se reduce prácticamente a cero. 

La historia
El personaje Vicente Lobos es un detective y ha sido concebido acorde a los códigos del género de la novela negra, nihilista, pero que mantiene oculto un lado sensible a la injusticia y al sufrimiento humano.  Lobos tiene su oficina en el reloj Turry en el año 2109, en un Valparaíso decorado cual guirnaldas de un constante tráfico aéreo entrante y saliente.    Los hechos, posteriormente nos llevan a un Santiago futurista con rascacielos que se elevan por sobre las nubes, vehículos voladores y pantallas de video colosales. Esta urbe, sirve de fondo para la emocionante aventura en la que se ve envuelto el protagonista y que finalmente debe resolver. La historia, si bien afilada en su sátira, es rica en personajes típicos de la idiosincrasia social chilena y paisajes propios de nuestras ciudades más representativas. 

Los Realizadores
La historia y personajes vienen de la mente de Enzo Nicolini.  Escritor chileno que debuta con un estilo cargado de ironia y coloridos elementos de género.  Sus referentes literarios vienen tanto de los cómics para adultos como de la literatura contemporánea y clásica.  Nicolini es un escritor estudioso pragmáticamente consciente de la realidad social y política chilena; conocimiento que pone en práctica amalgamando íntimamente la vida de sus personajes con los ricos elementos de dos géneros que pocos escritores nacionales han considerado compatibles con la idiosincracia de Chile: La Novela Negra y la Ciencia Ficción.
La gráfica estará a cargo de Claudio Bergamin. Artista que construyó su carrera  de ilustrador digital por casi una década en el viejo continente.  Sus clientes, esparcidos por todo el globo, incluyen sellos discográficos, bandas musicales, escritores y productoras de cine.  Si bien Bergamin es un veterano de la Ilustración de Fantasia y cuenta con un fornido dossier de trabajo; al igual que Nicolini, debuta con Tricentenario en el medio del cómic.  Para ello, se valdrá de variadas técnicas de ilustración tanto tradicionales como modernas; primero con un dibujo a mano alzada; luego con entintado y coloreado digital.





Tricentenario, verá la Luz de las librerias nacionales a través de Editorial Puerto de Escape hacia fines del 2011.